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Minutos después de las 9.30 de la mañana comenzó una nueva audiencia en el juicio oral por delitos de lesa humanidad cometidos en "Campo de Mayo" que lleva a cabo el Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martin.
Se trata de la causa que investiga la muerte del militante Floreal Avellaneda y el secuestro de su madre, Iris Pereyra de Avellaneda, quien decalró ante los jueces Lucila Larrandart, Marta Milloc y Héctor Sagretti.
El hecho investigado sucedió el 15 de abril de 1976. Se trata de la privación ilegal de la libertad de Iris Pereyra de Avellaneda y de Floreal Avellaneda, la imposición de tormentos a ambos y el homicidio de éste último, cuyo cadáver apareciera en las costas de Uruguay el 14 de mayo de ese año. Su madre, en tanto, fue puesta a disposición de Poder Ejecutivo y permaneció en esa condición hasta junio de 1978.
La audiencia comenzó con la lectura de la ampliación de las declaraciones indagatorias de César Fragni y Raúl Harsich, ex militares que se desempeñaban en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo.
Luego, Iris Pereyra de Avellaneda realizó su declaración. La mujer, de 70 años, relató los hechos por los que se acusa a los seis imputados. Describió que en la madrugada del 15 de abril de 1976, cinco personas, de las cuales cuatro estaban disfrazadas con máscaras, entraron disparando armas de fuego en su domicilio de la localidad de Munro. Según especificó, todos vestían de civil y preguntaban de manera reiterada por su marido, Floreal Avellaneda, que no se encontraba en el domicilio.
La mujer remarcó que el único de los cinco hombres que no estaba enmascarado era apodado “Rolo”, y que habría sido él quien le efectuó reiterados tormentos físicos en la comisaría de Villa Martelli, donde según figura en la causa fue trasladada por primera vez junto a su hijo. “Estaba encapuchada y vendada, pero pude reconocer su voz, y me di cuenta de que era él”. Asimismo, Pereyra de Avellaneda también aseguró que, después de estar quince días en la dependencia policial, fue trasladada ya sin su hijo a la unidad militar de Campo de Mayo, donde según dijo, fue el mismo hombre quien continuó efectuándole torturas: “De la comisaría me sacaron de una forma muy violenta. En un momento que me permitieron ir al baño pude mirar por una ventana y darme cuenta que estaba en Campo de Mayo. Allí era siempre ese hombre apodado Rolo el que daba las órdenes”. La querellante afirmó en su declaración que según pudo averiguar en el año 1985, “Rolo” era el sobrenombre utilizado por Alberto Aneto, uno de los imputados en la causa.